En el número 47 (otoño, 2016) de la Revista «Mi Biblioteca: la revista del mundo bibliotecario«, ha aparecido un artículo firmado por Cristina Novoa, Asesora técnica de bibliotecas escolares en la Consellería de Cultura, Educación e Ordenacion Universitaria de la Xunta de Galicia en el que reflexiona sobre el «ir y venir en los últimos veinte años» de los proyectos, planes o programas de mejora de bibliotecas escolares. Reproducimos dicho artículo porque sus planteamientos nos parecen de interés.

Ondiñas veñen, ondiñas veñen, ondiñas veñen e van…

Al igual que en la canción tradicional, las bibliotecas escolares en España han visto ir y venir en los últimos veinte años proyectos de impulso, planes de mejora, programas de fomento de la lectura  y otros, tanto a nivel estatal como a nivel autonómico. Pasado un tiempo desde aquel 2011 en que la Administración central dio por concluido el Plan de mejora de bibliotecas escolares que, durante seis años, había distribuido presupuestos importantes en régimen de cooperación entre las distintas comunidades autónomas, el panorama a nivel estatal resulta desolador. Ellas, las bibliotecas escolares, ejercen como pueden su función dentro de los centros entre la convicción, el empeño, el entusiasmo y la dedicación de unos, la desidia de otros (cuando no la animadversión) y la indiferencia o el desconocimiento de muchos. Y a veces hasta sobreviven.

Sobreviven en algunos centros por la curiosidad, el interés, la experiencia y la dedicación de profesorado que las pone en marcha, a veces sin apoyo institucional ninguno. Malviven en algunos territorios desplazadas por múltiples programas denominados “de innovación” que no las contemplan; languidecen dedicadas únicamente a actividades de animación a la lectura; observan atónitas, siempre,  la reencarnación a su costa de las viejas bibliotecas de aula y tropiezan con los dispositivos de lectura digital, los cantos de sirena de los libros electrónicos y la cantinela de que los nativos digitales son unos hachas en internet y no hay necesidad alguna de formarlos para una lectura crítica de la información, porque ya nacen aprendidos.

Algunas administraciones autonómicas (las menos), han seguido apostando por las bibliotecas escolares y han mantenido estos últimos años los presupuestos destinados  a su actualización, a impulsar su presencia en los centros educativos como motor de renovación pedagógica y como instrumento imprescindible para la formación del alumnado,  en tanto que lector crítico y usuario consciente y activo de fuentes informativas y medios de comunicación diversos.  Galicia ha sido uno de estos territorios en los que las bibliotecas escolares han continuado desarrollado el potencial que ponía de manifiesto el Marco de referencia para las bibliotecas escolares, publicado por el Ministerio de Educación en 2011 y presentado, justamente, en Santiago de Compostela, en el último Congreso Nacional de bibliotecas escolares, aquel “Bibliotecas Escolares en Tránsito” organizado conjuntamente por la consellería de Educación de la Xunta de Galicia y el propio ministerio.

Pues bien, un programa de bibliotecas escolares asociado a otras actuaciones destinadas a apoyar al profesorado en su función de mediadores de lectura y a facilitar la visibilidad y el desarrollo de las bibliotecas en los centros; herramientas para el trabajo en red del profesorado implicado; iniciativas para reforzar el papel de las bibliotecas como líderes en la formación del alumnado para las competencias clave y, específicamente, para las competencias informacional y mediática; propuestas para la renovación de las bibliotecas con la incorporación de las nuevas tendencias en la forma de comunicarse, de socializarse y de aprender; una inversión anual importante; actuaciones relativas a la formación del profesorado  acordes a las necesidades del programa pero también a las demandas de los docentes involucrados; la existencia de un equipo, aunque mínimo, en la administración educativa, dedicado exclusivamente al desenvolvimiento de las propuestas e iniciativas diseñadas; la profesionalidad e implicación del profesorado y de las comunidades educativas, finalmente, son la clave de una realidad viva como es la de las bibliotecas escolares en Galicia tras algo más de una década de atención continuada.

En cualquier caso, los retos que deben enfrentar las bibliotecas escolares para superar este período de mudanzas educativas y sociales son importantes. El principal es asegurar su presencia en los centros con la creación, sin demora, de un puesto de profesor/bibliotecario, que aúne formación en gestión del conocimiento y formación pedagógica. Es imprescindible asegurar los recursos humanos  y materiales si se quiere seguir hablando de bibliotecas escolares en España. Porque, además, todos los estudios sobre el impacto de estas bibliotecas  en los aprendizajes demuestran  que su existencia, cuando cumple una serie de requisitos, tiene una gran influencia en los resultados académicos, los aprendizajes y las actitudes de aprendizaje del alumnado (Williams, Wavell,Morrison, 2013)[1]. El sistema educativo precisa de la biblioteca escolar para formar al alumnado del siglo XXI y sólo por ceguera, por inoperancia o (lo que sería peor), por intereses contrarios a una educación de calidad, deja de reconocerse.

Cristina Novoa

Asesora técnica de bibliotecas escolares

Consellería de Cultura, Educación e Ordenación Universitaria

Xunta de Galicia

[1] Dorothy Williams, Caroline Wavell and Katie Morrison (2013). Impact of School Libraries on Learning. Critical review of published evidence to inform the Scottish education community. Robert Gordon University Institute for Management, Governance & Society (IMaGeS)

Imagen: Educarex (Jornadas de BE de Extremadura)

La revista Mi biblioteca es una publicación de la Fundación Alonso Quijano para el fomento de la lectura: http://alonsoquijano.net/

Va de bibliotecas (escolares)

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